Este distinguido y audaz joven y esta bella y talentosa señorita se encontraron en una concurrida terraza de Puerto Escondido en la víspera de año nuevo de 2018. Con unos magníficos pasos de baile de secundaria (no se preocupen ya Vale lo llevó a clases), él fluyó hacia ella y, tras unas canciones, le pidió (palabras más, palabras menos, es difícil recordarlo): “cásate conmigo”. Si bien ella se rio, pensando que se trataba de una cuestionable técnica de seducción, él hablaba con la sabiduría que sólo los más ilustres pueden alcanzar, o bien, con la valentía que da el cobijo de las horas nocturnas al lado de una persona a la cual no se le puede dejar de admirar. Sin embargo, es verdad que transcurrió un tiempo para que surgiera la oportunidad de comprobar si la promesa de aquella noche decembrina se cumpliría o no. Quizás por casualidad, quizás porque él le escribía o quizás porque había chantajeado a sus amigas para que lo ayudaran coincidir con ella en todas las reuniones y eventos posibles, se produjo finalmente una exitosa primera cita y la promesa de una segunda. En esos días, que se convirtieron en semanas y luego meses y años, escribieron varios capítulos de su historia.

Primaveras y otoños después, tras haber pasado por varios retos, que sólo la magnificencia del corazón de este audaz joven pudo soportar, como lo es que ella no lave platos, sospechosamente, él llevó su portafolio de abogado a un viaje. Tras sumergirse en cristalinas aguas, de este adecuado objeto para el ecoturismo, produjo un diamante, se arrodilló frente a ella, se lo ofreció y, aunque no tiene idea de qué dijo porque estaba emocionado, ella contestó: “eres un tonto, pónmelo”. Como se abrazaron, rieron y lloraron podemos suponer que fue un sí, por lo que sólo falta celebrar esta aventura que comenzó hace unos ayeres y de la cual muchos de ustedes han sido no sólo testigos sino actores de su tinta escrita.

Familia y amigos, ¡nos llena de felicidad invitarlos a seguir siendo parte de dicha historia!  Gracias por acompañarnos y celebrar con nosotros este momento que, lejos de ser un final, es un inicio, porque, como dicen lo sabios: cuando se acaba una fiesta comienza otra.